lunes, 10 de junio de 2013

CAMPO DE CRIPTANA EN EL TIEMPO DE EL QUIJOTE (VIII)


Los criptanenses, cuyas vidas venían regidas por fechas y acontecimientos marcados por la religión, contaban con no pocos templos donde llevar a cabo sus ritos y dar satisfacción a sus sentimientos y creencias. 

Exterior de la anterior iglesia parroquial
Se sentían muy orgullosos de su iglesia parroquial, colocada bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción. Se había ido edificando a lo largo de muchos años durante el siglo XVI, a partir de otra anterior más pequeña, de tres naves. Maestre Juan fue uno de los canteros que en ella trabajaron; el vizcaíno Pedro de Garay se había encargado de suministrar gran parte de la madera necesaria para la construcción.
El dilatado tiempo de su construcción hizo que tuviera elementos de diversos estilos artísticos, si bien fundamentalmente era renacentista. Era de una sola nave, de unos 45 metros de longitud, cubierta por bóveda de estilo gótico.

Nada de la iglesia era más alabado por los criptanenses que el retablo renacentista del altar mayor, hecho a principio de los años setenta del siglo XVI por el salmantino, de Peñaranda de Bracamonte, Pedro Martínez de Castañeda, discípulo de Alonso Berruguete; uno de sus colaboradores, natural de Campo de Criptana, fue el escultor Francisco Hernández.

Toda la labor en madera del retablo fue luego dorada y pintada, de lo cual se encargó, entre 1590 y 1592, Mateo de Paredes ayudado por un equipo de artesanos procedentes de Toledo, Cuenca, Huete y Madrid. En esta labor también participó un criptanense, Pedro Bascoso. Quedaban espacios vacíos que se llenaron con pinturas cuyo autor, entre 1598 y 1599, fue el toledano Blas del Prado, que murió en 1605.

Retablo mayor del desaparecido
templo parroquial
Pocos años antes se había establecido en Campo de Criptana una comunidad de Carmelitas Descalzos. La fundación se fue retrasando – a pesar de que Felipe II dio su visto bueno a través de una Real Cédula fechada a 14 de octubre de 1595 – porque el Consejo de las Órdenes estimaba que las limosnas que se habían ido acopiando no constituían una base económica suficiente para el asentamiento de la comunidad. Pero en marzo de 1598 un criptanense que volvía rico de América, Andrés Velazquez Arias, donó 6.000 ducados, con lo cual ese problema desapareció; el 24 de mayo de 1598 los frailes tomaban posesión oficialmente de la que iba a ser la iglesia del Convento.

Para tal iglesia conventual primero se había pensado en la ermita de la Virgen de Criptana, que hacia 1595 terminaba su reconstrucción, pero acabó desechándose. El Convento se fundó en la antes denominada ermita de Santiago, de tres naves, en cuya reparación el Ayuntamiento gastó bastante dinero. A partir de ella, ya a principios del siglo XVIII, se construyó la iglesia que hoy podemos contemplar.

Retablo de la iglesia del
Convento destruido en 1936

El Ayuntamiento no sólo reparó la ermita de Santiago, sino que les entregó el dinero que guardaba el mayordomo de aquélla, compró casas y terrenos junto a la ermita para huerta y dependencias conventuales, corrió con los gastos de botica, médico y barbero, le donó entre 1598 y 1608 50.000 maravedís cada año y le facilitó préstamos en dinero y en especie de los fondos del Pósito, deuda que le acabó perdonando en 1604.

Portada de la ermita de Veracruz
a principios del siglo XX
La Ermita de Veracruz fue sede de la, según algún autor, cofradía de Semana Santa más antigua de Campo de Criptana. De planta rectangular, se había construido –debió rematarse en 1573 según está grabado en la piedra de su portada- sobre el solar de una casa perteneciente a dicha cofradía. A principios del siglo XVII también acogía a la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario y entonces su cubierta era un artesonado de madera y tenía un retablo en el que en talla se representaba, como en su portada, la escena del Calvario, y que estaba compuesto además por varias pinturas con escenas de la Pasión, y concretamente de la Última Cena y Jesús Resucitado.

De aquella época nos queda la portada de acceso. Orientada al mediodía, se abre bajo un arco de medio punto perfectamente adovelado. La parte escultórica muy probablemente es obra del ya citado Pedro Martínez de Castañeda. La mitad superior de la portada tiene aires de retablo en cuanto a la disposición de sus elementos. Está flanqueada por dos pares de pilastras de fuste estriado, de las cuales las dos inferiores descansan sobre sendas ménsulas colocadas a la altura de la clave del arco de entrada. Dicha parte superior queda dividida en dos espacios más o menos iguales por una cornisa moldurada; el que está a mayor altura presenta una serie de relieves: en el centro la escena del Calvario y a sus lados motivos decorativos propios del Renacimiento como copas y floreros. Bajo la mencionada cornisa otros relieves ocupan la superficie: ángeles desnudos al gusto renacentista, tres cruces y símbolos de la muerte tales como calaveras y tibias cruzadas.
Parte superior de la portada de la ermita de Veracruz


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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