lunes, 17 de junio de 2013

CAMPO DE CRIPTANA EN EL TIEMPO DEL QUIJOTE (IX)


Ermita de Santa Ana
La nómina de ermitas erigidas en Campo de Criptana, además de la de Veracruz, de la que ya se trató anteriormente, era relativamente extensa, y algunas de ellas se remontaban a tiempos bien remotos. Los contemporáneos de Cervantes conservaban en su retina los trabajos de construcción de la ermita de Santa Ana, que estaba levantándose extramuros de la villa en 1575.


Tal como la vemos hoy en día es fruto de sucesivas reconstrucciones y restauraciones. En sus orígenes debió ser más sencilla. Con dos puertas de acceso, hacia mediodía y hacia poniente, su planta era rectangular y posteriormente se amplió lateralmente hasta adquirir en el interior la planta de cruz latina; su cubierta interior es adintelada, es decir, semejante a la de la ermita de Veracruz, construida por la misma época. En 1621 fue completado un retablo que ya existía con anterioridad: Onofre Fernández lo doró y además lo dotó de tres cuadros.
Interior de la ermita de Santa Ana
La ermita de San Cristóbal es situada por las Relaciones de Felipe II (1575) en un cerro redondo, éste por entonces con una puerta, con anterioridad dotado de una muralla, situado en una orilla del pueblo. En la misma se veneraba también, como sabemos ya, a San Gregorio Nacianceno. Ese cerro no es otro que el de la Paz. La ermita es la que ahora conocemos como de la Virgen de la Paz; el cambio de advocación es posterior a la época de El Quijote.

La antigua ermita de San Cristóbal
La ermita, si no la primera, sí de las primeras iglesias del medieval pueblo de El Campo, tenía, como ahora, planta rectangular, y tenía dos puertas, a mediodía y a poniente, esta última eliminada hace muy pocos años. En 1525 estaba recién reedificada gracias a las limosnas de los devotos y tenía un retablo inacabado. De la pobre condición de la ermita da idea el hecho de que todavía en el último tercio del siglo XVI los visitadores de la Orden de Santiago ordenaran allanar con yeso el piso para así eliminar – decían - los barrancos. De cualquier forma era referencia importante para los criptanenses del Siglo de Oro por venerarse allí esos santos protectores, el uno contra los efectos de la peste y el otro de las viñas.

Ermita de la Concepción
 Sobre la ermita de la Concepción son escasísimos los datos. Situada al este del pueblo, en principio a cierta distancia, en un paraje donde abundaban las eras de pantrillar, su existencia es segura en 1575 y desde principios del siglo XVII fue referente en las traídas de la Virgen de Criptana hasta la villa. Muy sencilla también, hoy abandonada para el culto, su aspecto, muy posiblemente distinto al original, es fruto de reparaciones hechas a lo largo del tiempo. En la segunda mitad del siglo XIX, junto a ella, se instaló el cementerio, que así la tuvo como capilla. 


Portada, destruida hace unas décadas de la
Ermita de las Angustias.
 La ermita de las Angustias (conocida ahora más como de la Madre de Dios) debió de edificarse en el siglo XVII o, como mucho, en el último cuarto del siglo XVI. La escasez de datos sobre ella nos obliga a ir a una época ya relativamente avanzada: en 1697 se dio por finalizado el concurso para realizar obras de reforma o ampliación, concretamente la realización de su cubierta abovedada. Por ello, merece más la pena referirse a la cofradía que en ella tuvo su sede, la llamada en época cervantina de Nuestra Señora de las Angustias, que hacia 1605, cuando se publica la primera parte de El Quijote ya tenía una larga andadura.

Interior de la Ermita de las Angustias
a principios del siglo XX.


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
 

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